La Memoria Celular y Registros
Humanos
En el banco de memoria de nuestro campo sutil y de nuestras células, está registrado el programa completo de la existencia de cada uno, como ser multidimensional. La llamada memoria celular es un archivo completo de nuestras experiencias vividas y toda la información registrada.
En cada célula se encuentra la información de la impronta genética (física y etérica), la información congénita o heredada, y los datos adquiridos en cada día de nuestra vida. Pero también todo ser humano tiene una memoria emocional, y una memoria o registro intelectual.
La información “consciente”, lo que sabemos de nosotros, es tan solo la parte visible de un gran iceberg. La información “no consciente” es la parte invisible, sumergida y mucho mayor, y es donde están precisamente los patrones no conscientes de nuestra conducta involutiva o improductiva. De toda esta información no consciente, se derivan los patrones conductuales automáticos que nos imposibilitan ser/estar en plenitud, y nos impiden conducir nuestra vida libremente.
De todos esos códigos o registros se pueden distinguir distintas clases. La propiamente dicha memoria celular o reptiliana, es decir, las fijaciones del cuerpo y en cualquier parte del organismo humano; la memoria emocional o límbica; y la memoria mental o intelectual.
La memoria celular es como un “cronista” de las experiencias que llegan a nuestro cuerpo; este registro tan solo retiene los hechos detalladamente. El cuerpo ni opina ni interpreta. Tan solo es una crónica, una grabación fiel, fría y objetiva de nuestro organismo, de lo que ocurrió exactamente en alguna etapa de nuestra vida (incluso de otras existencias, pues este registro se hereda mediante el ADN etérico). La memoria celular es una “materialización” de toda vivencia o experiencia evolutiva. Se puede hablar también del “cuerpo de dolor” pues, estas memorias, mientras no se transformen e integren, generan sufrimiento en la materia, a modo de mecanismo de “aviso” sobre algo inconcluso o pendiente en otro plano.
La memoria emocional es otro tipo de registro, que sí interpreta los hechos, les pone dramatismo, es un recuerdo subjetivo y personal. El mismo hecho puede ser registrado con distintas versiones e interpretaciones según la madurez del campo emocional de cada individuo. También la memoria emocional está registrada en el campo sutil del ser humano, y está en relación a los deseos, a las sensaciones y a los sentimientos reales o imaginarios.
La memoria intelectual, llamada también subconsciente, es el gran almacén de todos los procesos inconclusos en nuestra historia, de todas las asignaturas pendientes, de todas las vivencias no completadas. Son códigos del alma humana individual, que son enviados periódicamente (mediante sueños, recuerdos, etc.) a la memoria celular y a la memoria emocional, con el fin de ver si ya pueden ser procesadas, terminadas, completadas. Una vez la persona acepta la existencia de este registro, cuando lo ve, lo “entiende”, lo procesa y lo integra, solo entonces puede llevar esta memoria existencial a la Conciencia, y se transforma en un elemento luminoso, perfectivo, de madurez espiritual y de sabiduría.
Este sabio mecanismo de todo individuo es una estrategia de su ecosistema espiritual, inserto en el Campo Unificado o gran ecosistema de la Existencia, para completar las experiencias inconclusas (de traumas, toxicidad emocional, creencias, etc.) para economizar y regular así el consumo de energía y todo el desequilibrio que de ellas se deriva. Todo está ocurriendo al mismo tiempo. La experiencia humana es multidimencional, y cada experiencia o registro de la memoria celular individual, contiene también la información completa de la solución y del equilibrio armónico del universo.
En la Geocromoterapia existen varios arquetipos que nos permiten ver y escuchar los registros almacenados que nos dificultan la evolución, en especial el Círculo Morado, entre otros. Son filtros energéticos que remueven la memoria celular, la memoria emocional y la memoria intelectual, con el fin de definir y ubicar sus distintos códigos y registros. Cuando al fin se mueven estas grabaciones incrustadas, pueden aflorar las visiones de las experiencias inconclusas, los asuntos pendientes entre padres e hijos, entre ancestros, parientes y parejas; incluso a veces pueden aflorar tímidamente dolores o tensiones en determinados lugares del cuerpo físico, etérico o emocional, justo para poder ver, comprender y transformar.
Una vez visto y definido el patrón conductual que ha marcado una relación humana, y que quedó sin concluir y completar, puede trabajarse, enfrentar el dolor almacenado, integrarlo, transformar la experiencia relacional (aunque sea individualmente, es decir, sin la participación del otro ser relacionado). A veces, los arquetipos geométricos nos dan claridad sobre el asunto registrado, o nos muestran la inutilidad de seguir sufriendo.
Muy a menudo pueden mostrarnos también la pauta conductual a seguir, sin tener que experimentar los acontecimientos creando más memorias de dolor. Es decir, nos permiten cortar la pauta conductual, los hábitos. Incluso algunos arquetipos pueden llegar a mostrar las semillas positivas y evolutivas procedentes de aquellas memorias de dolor (físico, emocional o mental) registradas en el pasado, reconociendo la enseñanza que encerraban, la no necesidad de repetir la experiencia tropezando con la misma piedra, y liberando desde esta visión el patrón reactivo o pauta conductual.
En el Sistema Geocrom, el valor sanador y evolutivo de la geometría y el cromatismo nos ayuda en confiar en el proceso natural de la vida y va construyendo un puente o diálogo muy peculiar entre los distintos cuerpos, la energía, las memorias y los registros del universo.
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