2012 El, No Tiempo.
El calendario Maya, cuya medida del tiempo es absolutamente precisa y por otra parte asombrosa, nos dice que desde el año 1999, hemos comenzado a vivir en el “no tiempo”; es decir, en el preciso momento en que se cumple un periodo de 5.125 años. Será en el 2012 cuando lleguemos a punto de inflexión hacia una era nueva.
Cada 25625 años completamos una rueda evolutiva. En este tiempo recorremos un camino elíptico que nos aleja y luego nos acerca al “Centro Cósmico”, de donde emana el poder, o la luz del Padre Creador.
El calendario Maya, cuya medida del tiempo es absolutamente precisa y por otra parte asombrosa, nos dice que desde el año 1999, hemos comenzado a vivir en el “no tiempo”; es decir, en el preciso momento en que se cumple un periodo de 5.125 años. Será en el 2012 cuando lleguemos a punto de inflexión hacia una era nueva.
Cada 25625 años completamos una rueda evolutiva. En este tiempo recorremos un camino elíptico que nos aleja y luego nos acerca al “Centro Cósmico”, de donde emana el poder, o la luz del Padre Creador.
Y será en el año 2012 cuando nos metamos en el nuevo
camino, que gradualmente y lentamente nos acercará a un ciclo de esperanza y
progreso para la Humanidad. Siguiendo con el
calendario Maya, a partir del 2012 el Universo se pliega. Nuestro Sistema Solar
se acerca hacia el Centro Cósmico. Todo se compacta, se une y se busca. Es por
esto que las Humanidades de otros planetas regresan, nos visitan y nos
visitarán en mayor medida.
Es por esto, que los antiguos padres, que sembraron la raza, vuelven para tutelar su siembra y adentrarnos en un tiempo más propicio. Los dioses retornan. Y el Señor del Mal, lo sabe. Incluso dentro del inconsciente colectivo del propio hombre se sabe que algo no está bien, que algo va a cambiar.
Estamos en una frontera de nadie. Es por esto que todo se acelera y se intensifica. El príncipe de este mundo, para algunos conocido como Satán está buscando de todas las maneras perpetuar su reinado de dolor y de maldad sobre el ser humano, pues sabe que el tiempo se le termina.
Ya sé que para las nuevas corrientes de autorrealización psicológica, este personaje no existe, sino que la idea de Satán no deja de ser, una proyección de nuestro inconsciente; es decir, de nuestros miedos y de nuestro lado negativo. Los Egipcios lo conocían como Set; el dios de los desiertos, del mal y de las zonas y condiciones nefastas.
En el Apocalipsis también se hace alusión a este tiempo: “los justos están pidiendo que se derrame la copa de la ira de Dios sobre la Humanidad en este tiempo”, pero algunos justos se equivocan, por que no conocemos a un Dios que sea vengativo ni apocalíptico, es a mi parecer un “Dios amable, bondadoso y muy amoroso”, luego nunca existirá en El ningún motivo de ira.
Desde la antigüedad el ser humano se ha enfrentado en batallas, guerras, pestes, pandemias, corrupciones, tiranías etc. y indudablemente ha podido correr el riesgo de liquidarse, pero y dejando a un lado lo que hoy día conocemos como armas atómicas, nunca como ahora el hombre ha tenido a su alcance la herramienta o arma del cambio climático y del aniquilamiento de la vida, hasta el punto de amenazar a la especie. Por otra parte el fenómeno de la comunicación ha facilitado “la Globalización”.
Pues la batalla suprema, el cambio de la Humanidad, hace tiempo que no está en nuestras manos, sino en manos negras que nos superan en maldad.
Hace mucho tiempo que el sabio no dirige al pueblo, no amonesta al malvado o no dicta las normas. El Mal ha propiciado que todos seamos una sola cosa; nos ha globalizado, nos ha atontado, nos ha quitado la libertad colocándonos un número de referencia y además ha dictado leyes para este corrupto sistema para que no sea alterado por el justo.
Cuando en un estado, el ser más rico, tiene la potestad de comprar la jefatura del gobierno o cuando el más ignorante de los políticos nos llama a la urnas, sin que el sabio, el justo y el honesto pueda acceder al poder, algo no está funcionando bien.
Los jóvenes se han acomodado. Utilizan las drogas físicas y psíquicas impuestas por esos que nos miran desde las alturas, para ignorar la revolución de los valores, a la que están obligados generacionalmente.
La Humanidad fue instruida por mensajeros, por profetas, por enviados, y no hemos realizado sus enseñanzas. Hemos progresado en la materia de una manera asombrosa, pero no así en el plano espiritual o humanístico. La calidad del mal ha facilitado que otras fuerzas externas al propio hombre tome las riendas de nuestro destino.
Es por esto que si este tiempo no se acorta, nuestro destino es irremediablemente auto-destructivo. Ya no podemos parar la pelota que hemos puesto en marcha. Y esa pelota está siendo guiada por otros impulsos. Así lo vieron los justos, y es por eso que no nos piden a nosotros que cambiemos, sino que sabedores que el balón está rodando por la pendiente sin que podamos pararla; piden a la fuerza suprema de Dios, que lo haga por nosotros.
Las religiones han fracasado, la esperanza de encontrar una salida moral, ética o espiritual se ha perdido. Si se palpa el sentimiento de nuestras sociedades, la desesperanza ha dado paso a un sentimiento común de dejación, de apatía y las enfermedades psicológicas, como la depresión y el suicidio están aumentando en forma alarmante.
Hoy por fin sabemos que los actores que nacieron a principios de siglo, que nos quieren dirigir y manipular no son humanos. Hace tiempo que los justos, se han retirado del teatro mundano y se ocupan de sus vidas, de purificarse, de sanear sus propios pecados y piden a la Suprema Inteligencia que se aceleren los tiempos, que seamos preservados, que no seamos abandonados.
El iniciado no está indiferente, se atarea en silencio, sin gloria, apoyando el devenir de las cosas. Ellos cuentan los eclipses, los fenómenos celestes. Siguen la Ley de las esferas. Ellos saben que el tiempo del retorno llega y esperan pacientes, resignados y esperanzados en el retorno de los que nos sembraron, rien cuando miran al cielo pues saben que esta pronto el regreso a casa.
Es por esto, que los antiguos padres, que sembraron la raza, vuelven para tutelar su siembra y adentrarnos en un tiempo más propicio. Los dioses retornan. Y el Señor del Mal, lo sabe. Incluso dentro del inconsciente colectivo del propio hombre se sabe que algo no está bien, que algo va a cambiar.
Estamos en una frontera de nadie. Es por esto que todo se acelera y se intensifica. El príncipe de este mundo, para algunos conocido como Satán está buscando de todas las maneras perpetuar su reinado de dolor y de maldad sobre el ser humano, pues sabe que el tiempo se le termina.
Ya sé que para las nuevas corrientes de autorrealización psicológica, este personaje no existe, sino que la idea de Satán no deja de ser, una proyección de nuestro inconsciente; es decir, de nuestros miedos y de nuestro lado negativo. Los Egipcios lo conocían como Set; el dios de los desiertos, del mal y de las zonas y condiciones nefastas.
En el Apocalipsis también se hace alusión a este tiempo: “los justos están pidiendo que se derrame la copa de la ira de Dios sobre la Humanidad en este tiempo”, pero algunos justos se equivocan, por que no conocemos a un Dios que sea vengativo ni apocalíptico, es a mi parecer un “Dios amable, bondadoso y muy amoroso”, luego nunca existirá en El ningún motivo de ira.
Desde la antigüedad el ser humano se ha enfrentado en batallas, guerras, pestes, pandemias, corrupciones, tiranías etc. y indudablemente ha podido correr el riesgo de liquidarse, pero y dejando a un lado lo que hoy día conocemos como armas atómicas, nunca como ahora el hombre ha tenido a su alcance la herramienta o arma del cambio climático y del aniquilamiento de la vida, hasta el punto de amenazar a la especie. Por otra parte el fenómeno de la comunicación ha facilitado “la Globalización”.
Pues la batalla suprema, el cambio de la Humanidad, hace tiempo que no está en nuestras manos, sino en manos negras que nos superan en maldad.
Hace mucho tiempo que el sabio no dirige al pueblo, no amonesta al malvado o no dicta las normas. El Mal ha propiciado que todos seamos una sola cosa; nos ha globalizado, nos ha atontado, nos ha quitado la libertad colocándonos un número de referencia y además ha dictado leyes para este corrupto sistema para que no sea alterado por el justo.
Cuando en un estado, el ser más rico, tiene la potestad de comprar la jefatura del gobierno o cuando el más ignorante de los políticos nos llama a la urnas, sin que el sabio, el justo y el honesto pueda acceder al poder, algo no está funcionando bien.
Los jóvenes se han acomodado. Utilizan las drogas físicas y psíquicas impuestas por esos que nos miran desde las alturas, para ignorar la revolución de los valores, a la que están obligados generacionalmente.
La Humanidad fue instruida por mensajeros, por profetas, por enviados, y no hemos realizado sus enseñanzas. Hemos progresado en la materia de una manera asombrosa, pero no así en el plano espiritual o humanístico. La calidad del mal ha facilitado que otras fuerzas externas al propio hombre tome las riendas de nuestro destino.
Es por esto que si este tiempo no se acorta, nuestro destino es irremediablemente auto-destructivo. Ya no podemos parar la pelota que hemos puesto en marcha. Y esa pelota está siendo guiada por otros impulsos. Así lo vieron los justos, y es por eso que no nos piden a nosotros que cambiemos, sino que sabedores que el balón está rodando por la pendiente sin que podamos pararla; piden a la fuerza suprema de Dios, que lo haga por nosotros.
Las religiones han fracasado, la esperanza de encontrar una salida moral, ética o espiritual se ha perdido. Si se palpa el sentimiento de nuestras sociedades, la desesperanza ha dado paso a un sentimiento común de dejación, de apatía y las enfermedades psicológicas, como la depresión y el suicidio están aumentando en forma alarmante.
Hoy por fin sabemos que los actores que nacieron a principios de siglo, que nos quieren dirigir y manipular no son humanos. Hace tiempo que los justos, se han retirado del teatro mundano y se ocupan de sus vidas, de purificarse, de sanear sus propios pecados y piden a la Suprema Inteligencia que se aceleren los tiempos, que seamos preservados, que no seamos abandonados.
El iniciado no está indiferente, se atarea en silencio, sin gloria, apoyando el devenir de las cosas. Ellos cuentan los eclipses, los fenómenos celestes. Siguen la Ley de las esferas. Ellos saben que el tiempo del retorno llega y esperan pacientes, resignados y esperanzados en el retorno de los que nos sembraron, rien cuando miran al cielo pues saben que esta pronto el regreso a casa.
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