Una Historia llena de historias
Hace exactamente 200 años
sucedía un hecho singular que ha pasado a considerarse como un desastre militar
aunque, por otro lado, un éxito científico. La conocida como "Campaña de
Egipto" llevó a orillas del Nilo a 35.000 soldados y a 500 civiles que
componían la élite científica francesa de aquella época.
167 sabios y especialistas
entre los que se encontraban 21 matemáticos, 3 astrónomos, 17 ingenieros, 13
naturalistas e ingenieros de minas, 4 arquitectos, 8 dibujantes, 10 filólogos y
22 expertos en caracteres latinos, griegos y árabes desempolvaron una
civilización perdida y misteriosa. Todo empezó a estar sistemáticamente
consignado y reproducido a las órdenes del recién creado l'Institut d'Egypt.
El 21 de julio de 1.798 Napoleón arengaba a sus tropas formadas frente a la meseta de Giza con su famosa frase: "Soldados, desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan". Como antaño hicieran César o Alejandro Magno, Bonaparte llegó a considerarse dueño de ese territorio. Efímera sensación cuando se contempla la Historia en su más amplia perspectiva porque al final los emperadores pasan y las pirámides siguen en su sitio.
El enfrentamiento se llamó
"La Batalla de las Pirámides", y los franceses asolaron el entusiasmo
guerrero de 10.000 jinetes mamelucos que tiñeron de rojo con su sangre las
doradas arenas de la meseta de Giza. Aquél día los científicos fueron rodeados
por un ejército tan ocupado en atacar al enemigo como en defender a tan
ilustres personalidades. Pero estos privilegios fueron debilitándose a medida
que el ejército, tan lejano de su país, sucumbía ante el olvido de su pueblo.
El almirante inglés Nelson hundió en Abukir los 200 navíos que transportaron al cuerpo expedicionario francés. Desatendidos por Francia y abandonados por el propio Napoleón, que regresó a París para preparar su coronación como Emperador, las tropas empezaron a sufrir todo tipo de escaseces.
Sin municiones con las que
defenderse, diezmados por la disentería y las epidemias y arrinconados sin
futuro en el delta del Nilo la expedición francesa fue presa fácil de los
ingleses que retomaron el territorio. Al desastre militar hubo que añadir la
pérdida de los tesoros obtenidos. La famosa piedra Rosetta, sólo fue uno
de los miles de objetos que cambiaron de destino y en lugar de llegar al Louvre
terminaron en las vitrinas del British Museum.
Pese a todo, a los científicos franceses les quedaba el honor de haber realizado uno de los mejores trabajos de estudio y recopilación de datos. Y el verdadero triunfo de Napoleón en tierras egipcias no vino por sus fusiles sino por la pluma de sus eruditos.
La recompensa a sus penurias
y a sus interminables horas de trabajo bajo el sol abrasador del desierto fue
la publicación en febrero de 1.802 de la obra titulada "Description de
l'Egypte", compuesta por diez volúmenes donde se reproducían
íntegramente las 837 planchas de cuero grabadas y que contenían las más de
3.000 ilustraciones realizadas a lo largo de las riberas del Nilo.
Datos geográficos,
etnográficos, zoológicos, botánicos y arqueológicos surgieron a occidente.
Había nacido la
egiptología.
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