El sistema mercantil
totalitario
“La naturaleza no creó amos ni esclavos, yo no quiero dar ni recibir
leyes.”
Denis Diderot
El sistema dominante se
define entonces por la omnipresencia de su ideología mercantil. Ocupa a la vez
todos los espacios y todos los sectores de la vida. No profesa más que:
produce, vende, consume, acumula. Ha reducido todas las relaciones humanas a
unas parcas relaciones mercantiles, y considera que nuestro planeta es una
simple mercancía.
La función que nos asigna es
el trabajo servil. El único derecho que reconoce es el derecho a la propiedad
privada. Al único dios que rinde culto es al dinero.
El monopolio de la apariencia es total. Solo aparecen los hombres y los discursos favorables a la ideología dominante. La crítica de este mundo se ahoga en el mar mediático que determina qué está bien y qué está mal, lo que se puede y lo que no se puede ver.
Omnipresencia de la ideología, culto al dinero, monopolio de la apariencia, partido único disfrazado de pluralismo parlamentario, ausencia de una oposición visible, represión en todas sus formas, voluntad de transformar al hombre y al mundo:
He ahí la verdadera cara del
totalitarismo moderno que ellos llaman “democracia liberal”, pero que es hora
de llamar por su verdadero nombre: el sistema mercantil totalitario.
El hombre, la sociedad y todo
nuestro planeta están al servicio de esta ideología. El sistema mercantil
totalitario ha logrado lo que ningún otro totalitarismo había podido: ocupar
cada resquicio del planeta.
Hoy en día, ninguna forma de
exilio es posible
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