jueves, 18 de octubre de 2012

El “No Tiempo”


El “No Tiempo”

El calendario Maya, cuya medida del tiempo es absolutamente precisa y por otra parte asombrosa, nos está diciendo que desde el año 1999, hemos comenzado a vivir en el “no tiempo”; es decir, en el preciso momento en que se cumple un periodo de 5.125 años. Sera en el 2012 cuando lleguemos a punto de inflexión hacia una era nueva.

Cada 25625 años completamos una rueda evolutiva. En este tiempo recorremos un camino elíptico que nos aleja y luego nos acerca al Centro Cósmico, de donde emana el poder, el programa o la luz del Padre Creador. Y será desde el 2012 cuando nos introduzcamos en el nuevo sendero, que progresiva y lentamente nos acercará a una etapa de esperanza y de progreso para la Humanidad.

Para los Mayas estos trece años que estamos viviendo son importantes. Estamos; según ese calendario, en el último Katúm de esta era. Pero no solo estos antiguos pobladores de Sudamérica se refieren a este periodo. La propia Biblia cristina alude a un tiempo, que nos acerca al final de un ciclo y que ciertamente no será fácil:

………15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. 19 Más hay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días. 20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. 23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. 24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. 25 Ya os lo he dicho antes. 26 Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. 27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. 28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

En esta transcripción atribuida al profeta Mateo nos está hablando de un tiempo terrible donde la presión sobre los propios elegidos es tan grande que se corre el peligro de no ser salvados.

Este evangelio y la mayoría de los que utiliza la iglesia fueron escritos entre cien y trescientos años después de la muerte de Cristo por gnósticos con capacidad de penetrar mediante la clarividencia en el tiempo.

Estos gnósticos veían que en estos trece años; en este katún, las fuerzas del mal tratarían de dilatar el tiempo para disuadir al ser humano en las virtudes, a la vez que las fuerzas del bien estarían acelerando el tiempo para entrar en el próximo periodo más propicio para nosotros.

Estamos en una frontera de nadie. Es por esto que todo se acelera y se intensifica. El príncipe de este mundo, para algunos conocido como Satán está buscando de todas las maneras perpetuar su reinado de dolor y de maldad sobre el ser humano, pues sabe que el tiempo se le termina.

Ya sé que para las nuevas corrientes de autorrealización psicológica, este personaje no existe, sino que la idea de Satán no deja de ser, una proyección de nuestro inconsciente; es decir, de nuestros miedos y de nuestro lado negativo.

Desgraciadamente y a pesar de estas afirmaciones, existe. Actúa, actuó antes y seguirá actuando todavía por un largo tiempo. Él lo sabe, y nosotros también. Los que no creen en él, lo entenderán cuando pasen al otro lado, puesto que no es mi intención convencer a nadie de su presencia. Los Egipcios lo conocían como Set; el dios de los desiertos, del mal y de los sitios y modos nefastos.

En el Apocalipsis también se hace alusión a este tiempo: “los justos están pidiendo que se derrame la copa de la ira de Dios sobre la Humanidad en este tiempo”. ¿Por qué estos justos, que nos precedieron piden tal cosa? ¿Es que no podemos cambiar todos nosotros? Pues efectivamente no podemos.

Desde la antigüedad el ser humano se ha enfrentado en batallas, guerras, pestes, pandemias, etc,etc, y ciertamente ha podido correr el riesgo de diezmarse, pero nunca como ahora, ha tenido almacenadas armas atómicas en proporción suficiente para convertir la Tierra en polvo, pero no solo una vez sino cincuenta veces seguidas.

Nunca como ahora el hombre ha tenido la herramienta del cambio climático y del aniquilamiento de la vida, hasta el punto de amenazar a la especie. Por otra parte el fenómeno de la comunicación ha facilitado “la Globalización”.

Nunca como ahora el ser humano deja de tener protagonismo en la medida que el monstruo que ha creado puede devorarle o aniquilarle. Nunca como ahora, la libertad individual ha sido cercenada por ese fenómeno de la Globalización. Nadie se puede salir del sistema por que el propio sistema con sus leyes pintorescas te aniquila, te califica de secta, de loco o antisocial.

El proceso de Globalización al que estoy haciendo referencia ha propiciado que pocos o casi nadie sepa quién fue la diosa Amaterasu o Tara, incluso sabiendo quién fue Buda, se ha olvidado su doctrina, y a los jóvenes no les interesa.

Si hacéis la prueba de ver la entrada de una de nuestras iglesias os daréis cuenta de la ausencia de jóvenes, de sacerdotes y de vocaciones. Lo religioso no está de moda.

Pero tened la absoluta seguridad, que aún entrando en los resquicios más ocultos de la selva amazónica o acercándonos a la estepa más recóndita de Siberia, todos conocen la coca-cola o han oído hablar de Real Madrid o de la Claudia Scheffer.

Me viene a la mente las palabras y recomendaciones que hiciera antes de morir un justo más moderno, El yogi Yogananda, que recomendaba a los suyos que vivieran en el campo, dedicados al espíritu y alejados de la vorágine de las ciudades, puesto que el mal tendría tanta fuerza, que difícilmente podrían sustraerse a ser atrapados en esta locura colectiva en la que nos vemos envueltos en este tiempo.

Los que ya hemos entrado en los cincuenta, hace tiempo que pudimos comprobar que nuestra ansiedad de cambiar las cosas desde la juventud, no ha cambiado nada o muy poco, ni del mundo ni de nosotros mismos. Hemos aceptado en forma resignada que bastante tenemos con cambiar nuestros pequeños egoísmos, perezas y hábitos.

Pues la batalla suprema, el cambio de la Humanidad, hace tiempo que no está en nuestras manos, sino en las manos de otras fuerzas que nos superan. Ahora más que nunca podéis comprobar que el ser consciente, justo o sano, se auto-margina, se aleja, se dedica a trabajar en silencio en sí mismo.

Mientras tanto, el bruto, el ignorante y el mafioso, ocupan puestos políticos, sociales o manipula en las finanzas. Hace mucho tiempo que el sabio no dirige al pueblo, no amonesta al malvado o no dicta las normas. El Mal ha propiciado que todos seamos una sola cosa; nos ha globalizado, nos ha atontado, nos ha quitado la libertad y además ha dictado leyes para este alocado sistema no sea alterado por el justo, el bueno o el consciente.

Cuando en un estado tan poderoso como California, el máximo dirigente, el gobernador del estado es “Terminator” o “Conan del Bárbaro” y todos aplaudimos, nos quedamos indiferentes o no reaccionamos, algo no va bien.

Cuando en un estado, el ser más rico, tiene la potestad de comprar la jefatura del gobierno o cuando el más ignorante de los políticos nos llama a la urnas, sin que el sabio, el justo y el honesto pueda acceder al poder, algo no está funcionando bien.

El mal, la mediocridad, la incompetencia está en el poder, y ha creado normas y leyes para siga así por mucho tiempo. Los jóvenes se han acomodado. Utilizan las drogas físicas y psíquicas para ignorar la revolución de los valores, a la que están obligados generacionalmente.

La Humanidad fue instruida por mensajeros, por profetas, por enviados, y no hemos realizado sus enseñanzas. Hemos progresado en la materia de una manera asombrosa, pero no así en el plano espiritual o humanístico. La calidad del mal ha facilitado que otras fuerzas externas al propio hombre tome las riendas de nuestro destino.

Es por esto que si este tiempo no se acorta, nuestro destino es irremediablemente auto-destructivo. Ya no podemos parar la pelota que hemos puesto en marcha. Y esa pelota está siendo guiada por otras fuerzas. Así lo vieron los justos, y es por eso que no nos piden a nosotros que cambiemos, sino que sabedores que el balón está rodando por la pendiente sin que podamos pararla; piden a la fuerza suprema de Dios, que lo haga por nosotros.

Siguiendo con el calendario Maya, a partir del 2012 el Universo se pliega. Nuestro Sistema Solar se acerca hacia el Centro Cósmico. Todo se compacta, se une y se busca. Es por esto que las Humanidades de otros planetas regresan, nos visitan y nos visitarán en mayor medida.

Es por esto, que los antiguos padres, que sembraron la raza, vuelven para tutelar su siembra y adentrarnos en un tiempo más propicio. Los dioses retornan. Y el Señor del Mal, lo sabe. Incluso dentro del inconsciente colectivo del propio hombre se sabe que algo no está bien, que algo va a cambiar.

Las religiones han fracasado, la esperanza de encontrar una salida moral, ética o espiritual se ha perdido. Si se palpa el sentimiento de nuestras sociedades, la desesperanza ha dado paso a un sentimiento común de dejación, de apatía y las enfermedades psicológicas, como la depresión y el suicidio están aumentando en forma alarmante.

Cuando me acerco a foros o colectivos que se supone que están trabajando para el bien, este mensaje de evidencia negativa no cae bien. Y estos colectivos me hablan de las fuerzas del bien, de que a pesar de todo se trabaja para cambiar las cosas, etc, etc, pero si les observáis un tiempo, os daréis cuenta que la mayoría de estos colectivos son personas con un tremendo sentido del narcisismo espiritual. Son gentes que necesitan reivindicar su ego y que curiosamente sus vidas diarias son patéticas. Incluso cada día compruebo asombrado como estos “salvamundos” entran en actitudes esquizoides. Digo esto, por ser frecuente encontrar en algunos grupos, la reencarnación de Juan el Evangelista, de Maria Magdalena o de cualquier dios o profeta antiguo que ha venido a salvarnos, reencarnado en este tiempo. Es decir, que la doble personalidad asoma en estos personajes, por encima de la cordura, el discernimiento y el buen juicio.

Hace un tiempo que los verdaderos iniciados saben que los actores de este tiempo, no son humanos. Hace tiempo que los justos, se han retirado del teatro mundano y se ocupan de sus vidas, de purificarse, de mejorar sus propios pecados y piden a la Suprema Inteligencia que se aceleren los tiempos, que seamos preservados, que no seamos abandonados.

Los dioses retornan justo cuando deben hacerlo. El iniciado no está inactivo, trabaja, pero en silencio, sin notoriedad, apoyando el devenir de las cosas. Veréis a poco sabios espirituales hablar en público. Su sentido del pudor, su sabiduría les mete hacia dentro, no hacia fuera. Ellos se rodean de campo, de higiene, de música, de cordura, de resignación y observan en silencio el paso del tiempo, el seguimiento de la Ley, el devenir de los acontecimientos, programados desde el principio de esta Era. Ellos miran al cielo, pues la salvación vendrá de lo alto, del cielo, no de lo bajo. Ellos cuentan los eclipses, los fenómenos celestes. Siguen la Ley de las esferas. Ellos saben que el tiempo del retorno llega y esperan pacientes, resignados y esperanzados el retorno de los que nos sembraron.

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