2 Pesos, 2 Medidas, 2 Morales
Es hoy en día, una evidencia
para todo el mundo que existen dos pesos y dos medidas, según que uno sea rico
y poderoso, o que se sea ciudadano ordinario. Un ejemplo reciente es la condena
a prisión de José Bové por haber arrancado plantas transgénicas, mientras que
políticos y jefes de empresa benefician de impunidad por graves asuntos de
corrupción, malversación y desvió ilegal de fondos públicos, o incluso por
crímenes contra el medio-ambiente.
La regla general es que para los
dirigentes y las organizaciones del poder económico, se deja la libertad total
para que se enriquezcan explotando y destruyendo las vidas mediante la miseria
o la contaminación. Se les da también la libertad de destruir la naturaleza,
los bosques, los paisajes, la biodiversidad, condenando y comprometiendo al
mismo tiempo nuestro futuro y el de las futuras generaciones, cometiendo de esa
forma un verdadero crimen para la humanidad y contra el mundo en su conjunto.
Para los otros, para el
pequeño contribuyente sospechado de haber defraudado al fisco por una suma
menor, para el infractor del código de transito o de cualquier otras numerosas
reglamentaciones que se aplica al ciudadano ordinario, se prevé sanciones
rigurosas y agentes administrativos eficaces y en gran numero.
A
unos, se les consiente siempre más "dereglementaciones" y
"liberalismo". Para otros, se prevé una reglamentación siempre más
abundante y obligatoria.
Así el ciudadano ordinario
debe respetar ciertas reglas relativas a su coche, debe someterse a un control
técnico para tener un vehículo seguro y no contaminante. Debe seleccionar hasta
su basura.
Al mismo tiempo, las normas
de contaminación industrial son laxistas, flexibles, los transportistas
terrestres conducen mas allá de las horas reglamentarias camiones contaminantes
y peligrosos, y los armadores hacen circular basuras flotantes sobre los
océanos.
El ciudadano debe respetar
escrupulosamente normas para obtener el permiso de construir su casa, mientras
que el industrial puede volver feo el medioambiente con sus fábricas o sus
supermercados construidos al menor costo y sin ninguna inquietud estética o de
integración con relación al medioambiente.
El ciudadano ordinario no
debe provocar sonidos nefastos, mientras que las empresas que realizan trabajos
públicos pueden contaminar libremente la vida de las personas con el ruido de
sus maquinas, y sus olores nauseabundos.
Así mismo, la venta de droga
por los pequeños traficantes es severamente reprimido, pero las industrias
agro-alimentarías y farmacéuticas tienen toda la libertad de contaminar
poblaciones enteras con:
- los tranquilizantes y somníferos cuyo efecto cautivo es similar a las drogas duras
- los medicamentos con efectos secundarios reconocidos
- los pesticidas propagados en el medioambiente y en el agua
- los productos químicos cancerígenos presentes en la alimentación
- la carne saturada con hormonas, antibióticos, y ansiolíticos
- los OGM cuya inocuidad esta lejos de ser probada
- los tranquilizantes y somníferos cuyo efecto cautivo es similar a las drogas duras
- los medicamentos con efectos secundarios reconocidos
- los pesticidas propagados en el medioambiente y en el agua
- los productos químicos cancerígenos presentes en la alimentación
- la carne saturada con hormonas, antibióticos, y ansiolíticos
- los OGM cuya inocuidad esta lejos de ser probada
2
Morales
El ciudadano ordinario esta
invitado a respetar la fauna y la flora cuando se halla en una reserva natural.
Sin embargo, al mismo tiempo, descargas industriales ilegales son toleradas, y
reservas naturales magnificas son destruidas por la explotación forestal, o
para proyectos inmobiliarios o industriales.
El ciudadano ordinario es
sensibilizado hacia la tolerancia, al respeto de otros. Pero para los
dirigentes económicos, la vida humana es avaluada en dólares, y su valor
estimado como negativa cuando se trata de personas "a cargo de la sociedad".
Para
resumir, existen 2 órdenes, 2 sistemas de valores. Uno oficial, destinado al
buen pueblo. El otro, oficioso, destinado a los miembros de las clases
dirigentes.
Para los unos, se les inculca
el respeto de la naturaleza, el respeto hacia el prójimo, la tolerancia, la
gentileza y la generosidad.
Para los otros, queda claro
que la gentileza es sinónima de estupidez, y la generosidad es una prueba de
ingenuidad. En cuanto al respeto de la naturaleza y de los individuos, estos
solo deben ser tomados en cuenta en los raros casos en los cuales no entran en
contradicción con el máximo provecho o lucro.
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