miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Qué futuro tiene la Unión Europea?


¿Qué futuro tiene la Unión Europea?

Una operación de ese tipo contra los ingresos de los pueblos tiene que pasar por la neutralización de todo proceso de decisión a nivel de los Estados nacionales –estructura que aún proporciona a la ciudadanía algunos medios de defensa– en beneficio de los mecanismos del mercado, situados totalmente fuera del alcance de cualquier tipo de presión de carácter político.

El problema es saber qué papel van a desempeñar las instituciones europeas en ese proceso tendiente a dejarnos a merced de los mercados financieros.

La primera respuesta a esa interrogante es el acuerdo que estipula que los presupuestos de los Estados de la eurozona se someterán a la tutela de un organismo conformado por la Comisión, el Banco Central Europeo y el Eurogrupo.

Bruselas penalizará a los países que no logren reducir su deuda a menos del 60% del PIB. El texto incluye la posibilidad de imponerles sanciones incluso en que caso de que no lleguen a sobrepasar el actual límite del 3% del PIB que se establece en el Pacto de Estabilidad. La idea es tener la posibilidad de poner en marcha una serie de procedimientos, por exceso déficit, contra los países que no logran reducir su deuda lo suficiente [9].
[9] Guillaume Errard, «Déficits: Bruxelles devra valider les budgets nationaux» (Deficits, Bruselas deberá validar los presupuestos nacionales), diario francés Le Figaro.fr, 6 de junio de 2010.

Tampoco se excluye una posterior modificación de los tratados para anular el derecho de voto de esos Estados en las reuniones ministeriales.

Está llamado a generalizarse el modelo alemán, que cuenta con el apoyo de Francia, y que consiste en convertir el equilibrio presupuestario en un principio incluido en la Constitución, lo cual eliminaría definitivamente la posibilidad, ya actualmente muy tenue, de adoptar iniciativas presupuestarias.

La situación de los Estados miembros ante la Unión Europea sería entonces similar a la situación de los Estados que componen los Estados Unidos ante la autoridad del gobierno federal. No se trata, sin embargo, de fortalecer la construcción europea sino, por el contrario, de consolidar el poder de los mercados liquidando toda posibilidad de iniciativa política.

La construcción europea fue impuesta por Estados Unidos, el cual después de la [Segunda] guerra [Mundial] la convirtió en la condición para conceder las ayudas del Plan Marshall [10].
[10] «Historia secreta de la Unión Europea», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de enero de 2000, y «L’histoire du Bilderberg racontée à Y. Calvi et J.F. Khan» (La historia del Bilderberg contada a Y. Calvi et J.F. Khan), por Laurence Kalafatides, Oulala.net, 20 de mayo de 2008.

La construcción se realizó en torno a Alemania, cuyos intereses inmediatos eran complementarios de los de Estados Unidos.

El ataque contra el euro y la operación de desmantelamiento de la Unión Europea resultan también de una ofensiva lanzada por Estados Unidos y de la que han tomado el relevo la primera economía del antiguo continente, así como las instituciones de la UE.

La Comisión y el Consejo confirman así su participación en la descomposición de la Unión y su integración en una nueva estructura política y económica transatlántica bajo la dirección de Estados Unidos, un papel que ya ha desempeñado a través de las negociaciones de los acuerdos sobre la transferencia de datos personales de los ciudadanos europeos a Estados Unidos [11] y de las que tienen por objeto la creación de un mercado que reagrupe a ambos continentes.
[11] «Nuevo abandono de la soberanía europea», por Jean-Claude Paye, Red Voltaire, 20 de diciembre de 2009.

Poner el sistema de administración económica de Europa bajo la tutela del FMI constituye una etapa suplementaria en la eliminación de toda la capacidad de iniciativa de los países miembros de la Unión Europea así como una fase de transición con vistas a su integración a un bloque trasatlántico.

Se mantendrá el euro, pero no será más que un cascarón vacío.

La supresión de la moneda común no es conveniente ni para Alemania –para la economía alemana, un regreso a un DM valorizado como moneda refugio equivaldría a un suicidio [12] –ni para Estados Unidos– que no tiene ningún interés en extender la soberanía de su propia moneda y el uso de los privilegios que ella implica.
[12] Jean-Michel Vernochet, «€uro: la hipótesis de lo peor», Red Voltaire, 18 de mayo de 2010.


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