Perspectivas hacia la Revolución
A medida que la opresión se expande por todos los sectores de la vida, la rebelión toma el aspecto de una guerra social. Los motines renacen y anuncian que la revolución está por llegar.
La destrucción de la sociedad mercantil totalitaria no es un asunto de opinión, es una necesidad absoluta en un mundo que se sabe condenado. Ya que el poder está en todas partes, es por todas partes y por todo el tiempo que hay que combatirlo.
La reinvención del lenguaje, el trastorno permanente de la vida cotidiana, la desobediencia y la resistencia son las palabras claves de la rebelión contra el orden establecido. Pero para que de esta rebelión surja una revolución hay que encaminar las subjetividades a un frente común.
Es en la unidad de todas las fuerzas revolucionarias que hay que obrar. Esta no se puede conseguir más que siendo conscientes de nuestros fracasos pasados: ni el reformismo estéril ni la burocracia totalitaria pueden ser una solución para nuestra inconformidad. Se trata de inventar nuevas formas de organización y de lucha.
La autogestión en las empresas y la democracia directa a escala comunal constituyen las bases de esta nueva organización que debe ser anti-jerárquica, tanto en la forma como en el contenido.
Al poder no hay que conquistarlo, hay que destruirlo.
A medida que la opresión se expande por todos los sectores de la vida, la rebelión toma el aspecto de una guerra social. Los motines renacen y anuncian que la revolución está por llegar.
La destrucción de la sociedad mercantil totalitaria no es un asunto de opinión, es una necesidad absoluta en un mundo que se sabe condenado. Ya que el poder está en todas partes, es por todas partes y por todo el tiempo que hay que combatirlo.
La reinvención del lenguaje, el trastorno permanente de la vida cotidiana, la desobediencia y la resistencia son las palabras claves de la rebelión contra el orden establecido. Pero para que de esta rebelión surja una revolución hay que encaminar las subjetividades a un frente común.
Es en la unidad de todas las fuerzas revolucionarias que hay que obrar. Esta no se puede conseguir más que siendo conscientes de nuestros fracasos pasados: ni el reformismo estéril ni la burocracia totalitaria pueden ser una solución para nuestra inconformidad. Se trata de inventar nuevas formas de organización y de lucha.
La autogestión en las empresas y la democracia directa a escala comunal constituyen las bases de esta nueva organización que debe ser anti-jerárquica, tanto en la forma como en el contenido.
Al poder no hay que conquistarlo, hay que destruirlo.
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