Posesiones Afán de Acumular
Dominique Loreau, hace veintitrés años se instaló en Japón, donde se
impregnó de una filosofía de vida basada en la simplicidad y la belleza.
A lo largo de sus años de vida y estudio en Japón, Loreau
descubrió que la simplicidad enriquece infinitamente la vida a la vez que Ibera
de prejuicios y restricciones.
Actualmente dirige seminarios en Japón dirigidos a todos
aquellos que desean simplificar su vida.
La mayoría viajamos por
la vida nada ligeros de equipaje, sino todo lo contrarío. No seria recomendable
una reflexión, y empezar a preguntamos porqué le tenemos tanto apego a las
cosas?
Para muchos, las
riquezas materiales representan un reflejo de su vida, o tal vez es que no
están muy seguros de tener existencia propia. Conscientemente o no, asocian las
posesiones con su propia identidad y la imagen que tienen de si mismos.
Cuantas más pertenencias
tienen, más seguros y realizados se sienten. Todo se convierte en objeto del
deseo: los bienes materiales, los negocios prósperos, las obras de arte, los
conocimientos, las ideas, las amistades, los amantes, los viajes, un dios y
hasta el ego...
La gente consume,
compra, acumula, colecciona, en definitiva se vuelven esclavos.
Tienen amigos, tienen
influencias, poseen diplomas, títulos, medallas... El peso de las posesiones
los agobia. Olvidan, o no se han dado cuenta de que su codicia los convierte en
seres sin vida, dominados por afanes cada vez más numerosos.
Hay muchas cosas
superfluas, pero no lo comprendemos así hasta el momento en que estamos privados
de ellas. Las usábamos porque las teníamos, no porque nos hicieran falta.
¡Cuántos objetos habremos comprado sólo porque hemos visto que otras personas
los tenían!
Para simplificar hay que
elegir, y las elecciones suelen ser penosas. Muchas personas acaban entre
toneladas (en el sentido literal de la palabra) de objetos que han dejado de
tener valor para ellas y no les son útiles para nada, sólo porque no se han
decidido a hacer algo con esas cosas, ni han tenido valor para regalarlas,
venderlas o tirarlas.
Se aferran al pasado, a
las tradiciones familiares, a los recuerdos, pero olvidan el presente y no
contemplan el porvenir.
Tirar las cosas requiere
un esfuerzo. La dificultad no consiste en librarse de ellas, sino en juzgar
cuáles son útiles y cuáles inútiles. A veces cuesta desprenderse de un objeto.
Pero luego, ¡qué
satisfacción!
Miedo al Cambio
Nuestra cultura no
tolera mucho a los que eligen vivir con frugalidad. Son peligrosos para la
economía y para la sociedad de consumo. Merecen consideración de marginales.
Son sujetos inquietantes. Quienes por decisión propia viven con modestia, comen
poco, malgastan poco y murmuran poco o nada de los demás, acaban calificados de
avaros, hipócritas y asociales.
Vivir es cambiar. Somos
contenedores, no contenidos- Deshacerse de las pertenencias puede ayudamos a
ser lo que siempre quisimos haber sido.
A esto, numerosas
personas replicarán que después de haber padecido necesidades materiales cuando
eran jóvenes, tirar ahora lo que tienen les causaría remordimientos. ¿Seria
como despilfarrar? Despilfarrar significa tirar lo que aún pudiera sernos útil.
El que tira lo que no le
sirve para nada, no despilfarra. Al contrario, el despilfarro consiste en
retoñado.
¡Falta espacio en las habitaciones!
¡Hay que malgastar tanta energía en tener la sala decorada como nos imponen las
revistas! ¡Se pierde tanto tiempo buscando las cosas, ordenándolas, quitándoles
el polvo!
¿Acaso los recuerdos nos
hacen tan felices, o más felices? Se dice que los objetos tienen alma. ¿Pero se
puede consentir que la fidelidad al pasado invada el futuro? ¿El presente debe
quedar estático? Los recuerdos materiales nos acercan a la nostalgia, ¡pero!, y
el corazón donde debería encontrarse el verdadero sentido de todo cuanto se
guarda, y se allá vació.
Elige el Minimalismo
La economía en el arte
de vivir es una filosofía práctica, porque vivir con poco mejora la calidad de vida.
Nuestra esencia no está
encarnada en las cosas, y hacerse minimalista
por lo general requiere un bagaje
espiritual e intelectual. Algunos pueblos, como los coreanos, gustan por
instinto de lo sobrio y depurado, como lo demuestran sus obras de arte.
Todos podemos elegir la
riqueza de tener pocas cosas. Lo que cuenta es el valor para perseverar en
nuestras convicciones hasta el final.
Disciplina, lucidez y
voluntad son las condiciones para vivir con lo estrictamente necesario en unos
espacios limpios y bien ventilados. El minimalismo exige una disciplina de vida
y una gran atención al detalle. Elimina cuanto te sea posible, no te dejes
invadir por los objetos y los muebles, y luego dedica tu atención a otra cosa.
La misma idea de eliminar dejará de preocuparte.
Tus decisiones serán
instintivas, tu indumentaria más elegante, tu casa más confortable, tus
compromisos sociales y profesionales se reducirán. Renace el sentido común y
contemplamos la vida con mayor lucidez.
La mano que elimina es
suave, pero firme.
Haz un alto y reflexiona
sobre lo que podrías hacer para llevar una vida más fácil.
Pregúntate: ¿Qué es lo
que me complica la vida? ¿Realmente vale la pena? ¿Cuándo soy más feliz? ¿Acaso
tener es más importante que ser? ¿Hasta qué punto estoy dispuesto/a a
conformarme con poco?
Un consejo: redacta
listas, te ayudarán a despejar los estorbos de tu existencia.
Utiliza el Mínimo Posible de Objetos
Cuando cualquier objeto
requiera la atención de tus sentidos, piensa que ya ha dejado de existir, que
se transforma, y que algún día no será más que polvo. No hay nada tan
gratificante como saber calibrar con método y veracidad cada una de las cosas
que hemos encontrado en la vida: cuál es su utilidad, a qué universo hacen
referencia, qué valor aportan a nuestra vida...
Distingue cuáles son los
elementos que los componen, cuánto pueden durar, qué sentimientos te evocan.
Importa más enriquecer
el cuerpo en sensaciones, el corazón en impulsos, y el espíritu en principios,
que llenar la vida de objetos. La única manera de no ser poseídos consiste en
no poseer (nada o casi nada). Y sobre todo, en desear lo
menos posible. Las
acumulaciones son un lastre. La multiplicidad y la fragmentación, también, este
sistema ya lo sabe y lo alimenta.
Despréndete de todos los
bienes de este mundo como de la ropa vieja que ya no te pones. Alcanzarás
entonces el grado último de la perfección en ti misma.
¿Acaso es posible recibir sin hacer antes un espacio? No concedas más importancia a las cosas que a los valores humanos, a tu trabajo, a tu paz, a la belleza, a tu libertad y en general, a todo cuanto vive.
¿Acaso es posible recibir sin hacer antes un espacio? No concedas más importancia a las cosas que a los valores humanos, a tu trabajo, a tu paz, a la belleza, a tu libertad y en general, a todo cuanto vive.
Son demasiadas las cosas
que nos invaden, nos secuestran y nos alejan de lo esencial. Nuestro espíritu,
a su vez, se atasca como un desván lleno de trastos viejos. Así no puede
moverse ni progresar. Pero vivir estriba precisamente en progresar.
Admitir la multiplicidad
y las acumulaciones lleva a la confusión, a las preocupaciones incesantes, al
desánimo.
Que No Te Posean
Nosotros no poseemos las
cosas, ellas nos poseen.
Todos somos dueños de
tener lo que se nos antoje, pero lo que cuenta sobre todo es la actitud frente
a las cosas, conocer los límites de las propias necesidades, y lo que esperamos
de nuestra propia vida. Saber lo que nos gustaría leer, las películas que
deseamos ver, los lugares que nos proporcionan un goce profundo...
A lo material hay que
concederte un mínimo de importancia, aparte la comodidad, la calidad del
entorno y uno o dos bellos muebles. Negarse a tener demasiado es darse la
posibilidad de apreciar con más plenitud lo que aporta placeres espirituales,
emocionales, intelectuales.
Tira lo que sea Inútil o
que ya esté demasiado usado. (O déjalo en la calle con un cartel, para que se
lo lleve alguien que pueda necesitarlo).
Lo que esté en
condiciones de servir todavía (libros, ropas, vajilla...) puedes donarlo a los
asilos y residencias. No pierdes nada con ese gesto, antes al contrario, ganas
mucho en satisfacción y alegría.
Revende los bienes que
necesites poco o nada. Hecho el vacío, apreciarás al fin el privilegio de no
tener nada que ofrecer a los ladrones, a las llamas, a las polillas ni a los
envidiosos. Tener más que el mínimo estricto es cargarse de nuevos dolores de
cabeza.
Y luego, como sabemos
todos, "el mundo es un golfo redondo y el que lleva demasiado peso va al
fondo".
No a la Casa Abarrotada - la Casa debe Ser el Anti-estrés de la Ciudad
Cuando una casa está
vacía, salvo algunas bellas y perfectas necesidades, se convierte en un remanso
de paz. Estímala, límpiala y habítala con respeto, porque cumple con la misión
de proteger tu tesoro más preciado: tú mismo.
Que las consideraciones
materiales dejen de preocupamos: sólo entonces es posible expansionarse. El
espíritu se aloja en el cuerpo como éste so aloja en la casa. Para
desarrollarse, hay que liberar el espíritu.
Cada una de nuestras
posesiones debería recordamos que la necesitamos, sin más, y que es su utilidad
lo que la hace preciosa, ya que sin ella no podríamos funcionar normalmente.
La casa debería ser un
lugar reposo, una fuente de inspiración, un área terapéutica. Nuestras ciudades
son superpobladas, ruidosas, pictóricas de colores y de difracciones visuales
que nos perjudican y nos hieren. A la casa le toca devolvemos la energía, la
vitalidad, el equilibrio, la alegría. Es una protección material y psicológica.
Sirve tanto para el
cuerpo como para el espíritu.
Existe una desnutrición alimentaría,
y existe también una desnutrición espiritual. Ahí es donde la casa desempeña su
papel. Pues lo mismo que nuestra salud depende de nuestra alimentación, lo que
colocamos en nuestro interior tiene serias repercusiones sobre nuestro
equilibrio psicológico.
El “Inventario" Esencial
¿En qué consisten
nuestras necesidades esenciales?
Lo ideal sería no tener
nada más que lo estrictamente necesario, pero vivir en un lugar de ensueño, un
interior irreprochable, y dentro de un cuerpo ejercitado, flexible y cuidado.
Si sumamos a todo esto la independencia total, entonces el espíritu sería libre
y permanecería abierto a todo lo que todavía está pendiente de descubrimiento.
La necesidad primera de
todo ser humano es vivir en condiciones que le permitan conservar su salud, su
equilibrio y su dignidad. A continuación, accederá la calidad en la
indumentaria, la alimentación y el medio que le rodea.
¡Por desgracia, hasta la
calidad de vida se ha convertido en un lujo!
La Esencia de las Cosas
Hay que dejar que las
cosas maduren para poder extraer la quintaesencia.
Acostúmbrate a definir,
a describir, a ver, a denominar, a evaluar, a ensayar... eso te ayudará a
cobrar conciencia de lo superfluo. Mira las cosas de cerca, como los miopes,
para distinguir el grano más fino, y que no se te escape detalle de la calidad
ni del valor de las cosas. Ni la mediocridad y la superfluidad de muchas de
ellas.
Desentiéndete de su
imagen. Averigua lo que te aportan realmente.
La esencia lo unifica y
lo encierra todo en si misma: una estrella de la mañana entre la niebla, un sol destellan te, una tetera que parezca una tetera y no un elefante como la
dibujaría un niño...
Pero, ¡atención!: cuanto
más sencillas son las cosas, mayor debe ser su calidad...
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