Mitos difundidos por los Medios de Comunicación.
La creciente locura del mundo que nos
rodea se relaciona extrañamente con las recomendaciones de los pensadores del
Nuevo Orden Mundial, que favorecen los "desastres sin guerra". ¿De
qué se trata exactamente?
Desde finales de los años 60, en los
principales medos industriales se empezó a reflexionar sobre "substitutos
económicos de la guerra clásica". Comparados con los efectos de a primera
y segunda guerras mundiales, los estragos que podía ser provocados por los
desastres naturales, súper huracanes, epidemias, o guerras bacteriológica y
genética, empezaron a aparecer como política y económicamente
"rentables". Estos "desastres sin guerra" eran sin duda
mucho más "manejables" políticamente, y más "rentables" económicamente.
Por estas razones, y en particular por su rentabilidad económica, los
dirigentes políticos anglo-americanos del Nuevo Orden Mundial consideraron
estos "desastres sin guerra" como opciones de primer orden.
Por ejemplo, Henry Kissinger, el protegido
de Nelson Rockefeller que fue Consejero de la Seguridad Nacional bajo el
mandato de Richard Nixon, dirigió de hecho la política exterior de Estados
Unidos, considerando la reducción de la población mundial como una
"necesidad" para Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados. Es el
mismo Kissinger que fue nombrado por George W. Bush para presidir el comité de
investigación sobre los acontecimientos del 11 de setiembre. Kissinger es sin
embargo un criminal de guerra confesado, que ordenó a la CIA el desarrollo de
las armas bacteriológicas, según los archivos del Congreso Americano de 1975.
Entre estas armas bacteriológicas fabricadas por el hombre, existen gérmenes
mucho más mortales que el de la gripe aviaria.
Por ejemplo, antes de 1968, Kissinger ordenó
una investigación relativa a los agentes bacteriológicos sintéticos que
existían y que podrían ser utilizados en materia de guerra bacteriológica y de
control de la población mundial. Así pues, un equipo de investigadores
(O'Conner, Stewart, Kinard, Rauscher entre otros), acabó de fabricar en
laboratorio nuevos virus mutantes de la gripe, capaces de propagar ciertos
cánceres.
Con ocasión de ese programa, ciertos
virus gripales se combinaron artificialmente con otros virus de la leucemia
aguda, para fabricar literalmente nuevos gérmenes capaces de extender el cáncer
a la velocidad de una epidemia de gripe, son contacto simple directo entre las
personas infectadas. Estos mismos investigadores manipularon también virus del
cáncer del pollo, un sarcoma, para inocularlos en monos y en hombres, para
probar su capacidad de producir cánceres en estos últimos. Raucher y otros
emplearon también radiaciones para aumentar la potencia del virus del cáncer
del pollo. Estos increíbles hechos científicos han sido oficialmente
reconocidos, pero totalmente silenciados por los principales medios
informativos.
Igualmente, el instituto londinense IOSS
(Institute of Science in Society) evocó oficialmente la posibilidad de que el
virus de la neumonía atípica hubiera sido fabricado en laboratorio. Planteó la
siguiente pregunta: "¿Es posible que experimentos de índole genética
hubieran podido crear el virus de la neumonía atípica, aunque de forma
involuntaria?" Esta hipótesis ni siquiera fue examinada por los
expertos biólogos convocados para ayudar a resolver la crisis, expertos que
acto seguido fueron engatusados por las empresas farmacéuticas involucradas en
la producción de vacunas. Quienes viven en casas de cristal no tienen por
costumbre arrojar piedras. Añado que el IOSS hubiera también podido plantear la
hipótesis de la creación intencionada de un virus de neumonía atípica, en su
estudio supuestamente científico y objetivo.
Los "conflictos sin guerra",
tales como la "guerra contra el SIDA", la "guerra contra la
droga", la "guerra contra el terrorismo", la "guerra contra
el cáncer", y en la actualidad, la "guerra contra la gripe
aviaria", exigen programas muy sofisticados de propaganda que recurren a
campañas con el objetivo de estimular el temor en el seno de la opinión pública,
a fin de que acepte y apoye las leyes que suprimen las libertades
públicas. Estas operaciones psicológicas son necesarias para controlar
estos conflictos sin guerra, y constituyen la característica esencial de la
nueva "revolución militar" en curso. Esta "revolución
militar" busca instaurar una nueva forma de esclavitud humana, por medio
de la cual las poblaciones humanas no se den ni siquiera cuenta de que están
sometidas a esclavitud.
Esta nueva "revolución militar"
hace llamamiento, sin ningún género de duda, a las armas bacteriológicas y
químicas más potentes. Estas armas son fabricadas por los fabricantes de
vacunas y medicamentos, para un mayor beneficio. Existe un clásico ejemplo, el
de los pesticidas altamente tóxicos y cancerígenos, que se utilizan en
profusión en las zonas habitadas con el pretexto de erradicar los mosquitos
responsables de la "fiebre del Nilo". En términos militares, estos
productos no son directamente mortales. Actúan a largo plazo provocando
una muerte lenta por envenenamiento crónico, lo que genera muchos más
beneficios para las sociedades farmacéuticas encargadas de inventar nuevos
medicamentos para luchar contra estas enfermedades. Las víctimas de estas
campañas de erradicación de mosquitos mueren lentamente de enfermedades
crónicas debilitantes. Los centros de atención y los hospitales construidos
para tratar a estos enfermos no son más que campos virtuales de concentración.
Entre todas estas nuevas enfermedades
provocadas de forma artificial encontramos un gran número de ellas que afectan
al sistema inmunitario, así como a numerosos cánceres prácticamente
desconocidos hace una cincuentena de años. Este sencillo hecho, por sí solo,
basta para sugerir la existencia de un verdadero genocidio socio-económico
programado por ciertas autoridades políticas.
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