El Poder Divino
del Hombre
No existe nada superior a la Conciencia
Cósmica o Dios. Su poder sobrepasa infinitamente los límites de la mente
humana. Así pues, buscad sólo Su ayuda, lo cual no significa que deberíais
volveros pasivos, inertes o crédulos, así como tampoco que deberíais despreciar
el poder de vuestras propias mentes. El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí
mismos. Él os ha dotado de los poderes de la voluntad, la concentración, la fe,
la razón y el sentido común, con el objeto de que hagáis uso de ellos en
vuestros esfuerzos por liberaros de las perturbaciones físicas y mentales.
Deberíais aplicar todos estos poderes, más apelando simultáneamente a la ayuda
de Dios.
Al emitir vuestras oraciones o
afirmaciones, hacedlo siempre con la confianza de que estáis empleando vuestros
propios poderes –poderes recibidos de Dios- ya sea para sanaros a vosotros
mismos o a otros. Pedid la ayuda divina; más simultáneamente tomad conciencia
del hecho de que sois vosotros mismos quienes estáis haciendo uso, como los
amados hijos del Señor, de los dones que habéis recibido de Él - la voluntad,
la emoción y la razón- para resolver todos los complejos problemas de la vida.
Debería establecerse un equilibrio entre el concepto medieval de la dependencia
total del hombre con respecto a Dios, y el hábito moderno de depender
totalmente del ego.
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