Dos monjes que regresaban a su templo llegaron a un arroyo donde encontraron a una hermosa mujer que no se atrevía a cruzarlo , temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era fuerte.
Uno de los monjes, el mayor, casi sin detenerse, la alzó en sus brazos y la llevó hasta la otra orilla.
La mujer le agradeció, ya que su hijo estaba gravemente enfermo y ella necesitaba cruzar ese arroyo para verlo, y los hombres siguieron su camino.
Después de recorrer tres días el otro monje, el joven, sin poder contenerse más, exclamó: "¿ Cómo pudiste hacer eso, tomar una mujer en tus brazos ?.
Conoces bien las reglas..." y otras cosas por el estilo.
Respondió el monje cuestionado con una sonrisa : " Es posible que haya cometido alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para ver a su hijo. Yo solo crucé a la mujer y la dejé en la otra orilla. "¿Pero que te pasa a vos, que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?".
Yo la dejé del otro lado del arroyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario