Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia.
Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.
La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
Les contestó:
"Tengo que domar a dos halcones,
entrenar a dos águilas,
mantener quietos a dos conejos,
vigilar una serpiente,
cargar un asno y
someter a un león".
¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.
Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena,
Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir,
Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta,
Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño,
Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día,
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