La cruz a cuestas
Cuenta la historia de un hombre que caminaba por el rumbo de la vida cargando su cruz sobre sus hombros. De repente se le apareció un señor muy imponente, vestido con un extraño traje rojo que le dijo:
- "Pero hombre ¿Qué estás haciendo
con semejante cruz encima? No tiene sentido. ¿Por qué no le cortas un poco
los extremos así la carga se te hace más liviana?"
A los pocos metros, el señor de rojo se hizo presente otra vez.
- "Pero ¿Qué te dije amigo? No la
has achicado casi nada. Córtale las puntas un poco más. Estás arrastrando
una cruz demasiado pesada pudiendo sacrificarte menos para llevarla. No
seas tonto!".
Al poco tiempo de avanzar, el señor de rojo volvió a cruzarse ante él y le insistió:
- "Vamos... Córtale los extremos más
todavía. Mientras más chica sea la cruz menos va a costarte
llevarla."
Siguió caminando y a medida que avanzaba, pudo divisar una gran luz blanca al final del camino. Cuando llegó a este punto estaba Dios aguardándolo.
- "Bienvenido Hijo Mío al umbral de
la Gran Puerta Al Paraíso".
- "Pero Dios... ¿Dónde está la
puerta que no la veo?
- "Es aquella que está allá en las
alturas. ¿La ves ahora? Bueno, para entrar sólo debes abrirla"
- "Pero Señor ¿Cómo hago para subir
tan alto?
- "Para eso tienes la cruz. Debes
apoyarla sobre esta pared y escalarla hasta la puerta. Esta cruz que has
estado cargando durante toda tu vida tiene la medida exacta para que
llegues a la Puerta del Cielo. De otra forma es imposible".
- "Pero Señor... Es que mi cruz ya
no tiene ese tamaño. Yo le hice caso a un Señor de traje rojo que durante
todo mi camino estuvo acechándome, tratando de convencerme para que yo
mismo me facilite las cosas. Y me convenció. Yo hice mi carga más liviana
por consejos de él."
- "Ay Hijo Mío... Te has dejado
tentar y mira ahora lo que te ha pasado. ¿Te das cuenta que al final de
todo las malas influencias terminan perjudicándote?"
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